El que esto escribe estuvo bizco durante tres semanas y
dos días; no escuchaba otro programa de radio que el famoso Siglo XXI de Radio
3; llegué a soñar con comprarme un piso al otro lado de la M30 y ser un humilde
hortelano comunitario en Moratalaz. No fue para menos. Compostadores a 70ºC,
echando fuego; compost obtenido en 3 meses y maduro; sistemas de aireación
intensivos (a base de riñones)... Cuando se trata de compost, esta gente le
echa un par de equis y un palo... son Siglo XXI. Os cuento el truco.
Emilio se ha leído todo lo que existe en castellano, en
inglés y en francés sobre compostaje. Ahora estudia catalán -en la intimidad-
sólo para leerse unas tesis doctorales sobre el tema. Prepara un viaje a Nepal
para conocer a un viejo que dice compostar las piedras. Su misión es compostar
todo lo que salga del colegio de Siglo XXI. Y está dispuesto a hacerlo.
Mar y Jose todavía recuerdan a Emilio cuando era un tipo
corriente, que se acercaba al huerto a diario, trabajaba en los bancales,
charlaba de lo cotidiano y se iba a casa. Mar nos lo cuenta mientras anota algo
en su cuaderno. Son líneas y líneas todas iguales: “no por antes compostar
amanece más temprano, no por antes compostar amanece más temprano, no por antes
compostar amanece más temprano...”
Al fondo del huerto existe un compostador de plástico, de
los comerciales. En él, el conserje del cole deposita todos los días los restos
de restos vegetales que se generan en el comedor infantil. Han convencido al
cocinero para separar todos los restos: le han hecho de la logia del compost.
Se ha tatuado en el brazo un corazón atravesado por una horca en el que se lee
“compost de madre”. Para saber cuando echan los residuos, emplean un código que
Jose aprendió de la resistencia francesa en 1943 en París. Si hay restos el
conserje deja una tela por el exterior de la tapa. Es la señal de que hay
materia nueva para los compostadores.
El compost lo hacen en un gran compostador de unos dos
metros cúbicos hecho con palets. Casi parece más una cabaña que un compostero.
Ellos querían que la materia orgánica se sintiera como en casa, ¡y tanto!
Semanalmente Emilio se afana en voltear por completo todo el montón. Lo saca
fuera y lo vuelve a meter. Todas las semanas. Y así les va como les va. Está
calentito, calentito. Sólo lleva unas pocas semanas y el proceso está más que
avanzado.
Compostador de plástico donde se recogen los restos orgánicos del colegio. El conserje pone una tela en el exterior de la tapa como señal de que ya pueden retirarlos |
Voltear tanto de continuo no sólo ha tenido efectos
beneficiosos en el compost sino también en ellos. El desarrollo muscular de la
zona lumbar de cada uno es más que considerable. La Universidad de Jerez está
haciendo un estudio sobre sus riñones.
A Jose se le pone la piel de gallina cuando te cuenta que
hace unos meses consiguieron alcalzar 70ºC en otro compostador. Mar suspira.
Emilio compara la azaña con la invención de la imprenta. No se ha visto nada
igual y todo a base de aprender, aprender y echarle riñones y más riñones.
Nos enseñan otros dos compostadores. Uno está vacío,
esperando mejor hora. Otro tiene un compost ya maduro, que junto a una gran
cantidad de paja marchita, mezclan con la materia del compostador grande. Huele
a tierra de bosque, dan ganas de comérselo.
Nos cuentan su proyecto. Quieren hacer una gran factoría
del compostaje, para tratar todos los residuos que genera el colegio. Eficacia
y eficiencia. Están decididos, no hay quien los pare. Para comenzar han
fabricado dos replicantes que les ayudarán en las tareas constructivas: han
replicado a los Manus del Campo de la Cebada. Son tan reales que casi parecen
de verdad. A ManuMc si le aprietas en el ombligo dice “palets, palets”; a Manu
Barbas si le haces lo mismo dice “el compost está perfect, ha quedado níquel.
Hagamos un compostador de lo más pro”.
Compostador de palets donde realizan el proceso. Volteando. Nótese el desarrollo de su zona lumbar |
Están maquinando. Quieren hacer un sistema viable de
compostaje en colegios para luego exportarlo a todos los coles de Madrid, de
España, de Europa, ¡¡del Mundo!! Pero esto es otra historia de la que iremos
dando cuenta por estos lares.