A nadie se le escapa que los de Esta es una Plaza
son unos fuera de serie; no exajeramos al decir (que nadie se sienta ofendido)
que están algún escalón por encima del resto. No es para menos: se lo curran y
se lo saben currar desde hace varios años. Y en el tema del compostaje no se
quedan atrás.
Unos fuera de serie |
Madrid está lluvioso, pero es
pasar por las puertas de Esta es una Plaza y –esto es verídico- sale el sol.
Antonio y el que escribe entran con humildad sabedores de estar en uno de los
santuarios de la Red de Huertos. Enseguida Alberto saca unos cruasanes
de su morral y nos convida a comérnoslos mientras charlamos antes de la faena.
Conversaciones entre bocados de crema chocolate; tres personas íntegras,
incorruptibles que sólo se guían por los más altos principios –“si nos pones
buena nota en lo del compostaje, me hago socio de GRAMA”; “si me invitas todos
los días a cruasanes dejamos nuestros huertos y nos venimos a Esta es una
Plaza”...- .
Es hora de ver los compostadores.
El palet reutilizado es la norma que aquí lo guía todo, como tiene que ser.
Están bien dotados en este huerto: dos compostadores en distintos momentos de
la descomposición termófila; un vermicompostador también fabricado con palets;
y un segundo vermicompostador de plástico, hecho en alguna región de la China
desconocida, regalo de un altruista hortelano.
Y es que son unos fuera de serie
hasta haciendo compost. Han cribado hace nada uno de ellos. Sacos y macetones
repletos de un compost maduro, suelto, con olor a tierra de bosque... Parece
ser que sacan dos cosechas anuales de cada compostador ¿Y cuánto es eso?
Pues hacemos la cuenta –seis por cuatro veiticuatro, me llevo dos, logaritmo
neperiano, divido entre tres y le aplico un coeficiente reductor-: unos
1200 litros anuales de compost, que irán a parar a esos bancales tan
prolíficos. No me extraña que tengan así el huerto.
Llega Elena. Es capaz de hablar
con nosotros en español con acento canadiense. Ayuda a unos hortelanos del
norte de Norteamérica con sus quehaceres. Con ellos habla en canadiense con
acento español. Es una fuera de serie. A las lombrices las habla en su idoma.
Así están de orondas, sanotas y rubicundas. El vermicompostador está a pleno
rendimiento. Ocupa el fondo de un cajón de palets, más o menos unos 100 litros
de volumen. A un lado no tienen comida y dejan el vermicompost madurar; al otro
se ponen las botas de col, plátano, lechuga y huevos. Estas lombrices tienen
muchos huevos, sin duda. Son unas fuera de serie.
El vermi de plástico comercial |
Del vermicompostador chino no
hablamos. Las lombrices están con el agua al cuello, igual que alguno de
nosotros. Mano de obra explotada en condiciones infrabicheras. Aquí esto no
puede ocurrir. Las mano redentoras de los hortelanos y hortelanas las liberan y
hoy duermen con sus hermanas del vermicompostador de palets. Hoy hay juerga en
un rincón de Esta es una Plaza.
Hay un último momento para el
goce. Elena confunde a Antonio con Pablo Llobera –tal cual lo contamos-. Una
lagrimilla de ilusión se le escapa entre los ojos. Alberto y yo nos abrazamos
de la emoción. Sin duda son unos fuera de serie estos de Esta es una Plaza.
Elena confundiendo a Antonio con Pablo |
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