miércoles, 12 de junio de 2013

Huerto de GRAMA: Ha llegado Supercompost

¿Es un abono?...¿es una enmienda?...Noooo, es...¡Supercompost! Hasta ahora no habíamos visto nada igual. Nadie ni tanta cantidad, ni con tan buen aspecto. Estos de GRAMA saben lo que se traen entre manos. Quizás sea porque cuentan con un arma secreta: tienen de su lado a Supercompost.

Supercompost sueña con la Red Intergaláctica de Huertos Urbanos Comunitarios

Es paradójico que uno de los huertos urbanos –en funcionamiento- más antiguos de Madrid sea precisamente el huerto menos urbano de todos. En el centro de La Casa de Campo, junto a las vías de la línea 10 del Metro hay un espacio en el que no se ven edificios cerca, en el que no se oyen coches. Si vas por allí te apetece más leer un libro bajo la gran encina que ponerte a trabajar en los bancales. Son tipos listos estos de GRAMA.

GRAMA en realidad no se dedica a esto de cultivar. Son de estos ecologistas que están de mala leche todo el día, mosqueados por campos de golf que crecen en espacios protegidos, por ríos contaminados a los que no se les da solución y por cazadores que disparan donde les viene en gana. Pero les viene bien tener este huerto educativo. A alguno de los que más maldad acumula, se le escapa una sonrisilla cuando viene por aquí. Esto también es un huerto terapeútico.

Tienen tres compostadores, bien metidos bajo árboles que les dan la sombra que necesitan. Los tres de plástico, comerciales, de esos que valen pasta. Parece ser que se los trajeron los reyes magos. Son unos compostadores tan pijos, que quedarían super-monos en el Campo de la Cebada. Uno es de 2000 litros, octogonal, austriaco; otro dos de 300, uno ful y el otro germano. Nos cuentan que no siempre fue así. Antiguamente había unos compostadores de palets, bien tapados con un tejadillo. Pero eso fueron otros tiempos, antes de que tomara el mando Supercompost.
 
Huerto-man y el compostador
pijo de 2000 litros


Compostadores pijos de 300 litros



El compost sonríe
Supercompost no siempre lleva este disfraz puesto. Normalmente va con el de “Huerto-man”. Pero el chico sabe a quien arrimarse, aprende rápido y sabe aplicar los conocimietnos la mar de bien. Ahora es capaz de hacer uno de los mejores compost que se hayan visto en el oeste de Madrid. Las cochinillas juegan al corro de la patata. El compost sonríe, tiene ganas de irse al bancal.

Pero en GRAMA no sólo hay calidad. También hay cantidad. No podía ser de otra forma. Son capaces de obtener 2 m3 dos veces al año ¿El secreto?... Supercompost y yo nos miramos, sonreímos. El secreto es que somos de GRAMA y las cosas las hacemos así. Somos tan buenos que hay gente que se cree que Pablo Llobera y Kois son de GRAMA.



Carlos y Saúl criban
Carlos y Saúl se afanan en cribar el compost, con la criba de "pin y pon". Tardan todo el día en tamizarlo. No importa el sufrimiento, sólo la calidad. Miguel les da el relevo. Otra palada, otra palada, otra más... “¡No hay dolor, todo por GRAMA!”, se les oye decir. Celia habla por aquí, pasea por allá. Está orgullosa de Huerto-man. Hoy ha hecho un bancal con forma de corazón.

Supercompost está contento. Hace un doble mortal hacia delante, cae sobre Carlos y...¡Cataplón!. Uno se parte el cuello, otro se parte el brazo. No se asusten, las herramientas del compost lo arreglan todo.

Brazo roto y cuello roto. Las herramientas del compost lo arreglan todo


Hala chavales, a seguir currando. Yo me tengo que ir porque hay 7 graveras que están ocupando suelos ilegales en el Parque del Sureste; y hay campos de golf que están siendo aprobados sin someterlos a evaluación ambiental; y acaban arrasar un paraíso botánico en Coslada; y hay una balsa llena de aceite en la que mueren cientos de aves y...

Ya se ha mosqueado. Así son los de GRAMA.
Calidad virgen-extra

miércoles, 5 de junio de 2013

Cómo fabricarte el vermicompostador de ReHd Mad!

Manu (de Adelfas, aunque realmente es del Campo de la Cebada) y Raúl (de GRAMA, aunque realmente es del Campo de la Cebada) se pusieron a leer una mañana el Manual de Estilo de ReHd Mad! -la Red de Huertos Urbanos Comunitarios de Madrid- (4ª Edición. Madrid 2012. Editorial Peralta). Se fijaron en el Título VI, Sección 4ª, Capítulo 34º, Punto 17, Donde se habla de la naturaleza prioritaria de los materiales que se han de emplear para fabricar artilugios auxiliares para los huertos urbanos comunitarios. 

Ahí estaba lo que necesitaban saber para fabricarse el Vermicompostador de ReHd Mad!. Tenían que ser fieles a los postulados del Manual, si es que querían ser aceptados por Kois y Antonio, los Maestres de la Red. El Punto 17 decía:


- Los materiales se conseguirán mayormente de los contenedores de basura, o en sus alrededores.

- Los que no puedan conseguirse por este método, tendrán que ser baratos al máximo. Mejor si los podemos traer de la casa de cada uno (quien tenga casa).
- Se usará primordialmente los palets de obra, salvo que lo que se fabrique no sea un extintor, unas tijeras, un vermicompostador o una sombrilla.

Contentos por poder cumplir con lo marcado y sabedores de que conseguirían el sello de calidad de ReHdMad! se pusieron manos a la obra. Aquí os explicamos paso a paso cómo hacerlo.


Necesidades:
  • 4 cubos de pintura grandes, vacíos y bien limpios
  • Lija
  • Tela mosquitera
  • Malla plástica de 1/2 centímetro de luz
  • Grapadora
  • Taladro
  • Alambre
  • Sierra o máquina de calar
  • Tijeras
  • Alicates
- Limpiaremos bien los cubos eliminando cualquier resto de pintura. Conviene elegir cubos de pintura al agua y que esté todavía fresca para poder limpiarlos con facilidad. Si está seca la pintura podemos darle con una lija. También con la lija podemos quitar los dibujos exteriores del cubo.

- Uno de los cubos serán el depósito de lixiviados.

- Otros dos cubos los cortaremos a unos 20 cm de su parte superior. Estos los utilizaremos para hacer las bandejas donde van a vivir las lombrices.

- El cuarto cubo nos servirá para hacer "anillos" de unos 5 cm que nos servirán para sujetar la malla en donde estarán las lombrices y por donde subirán a la siguiente bandeja.

Preparación de las bandejas donde viven las lombrices y donde las alimentaremos (este paso lo haremos dos veces, ya que necesitamos al menos dos bandejas):

1. Cortar la parte superior del cubo de pintura a unos 20-30 cm. de la parte superior
2. Cortar un anillo de unos 5-10 cm que deberán encajar en el interior del anterior

3. Con este último, marcar la malla plástica y cortar haciendo pestañas a modo de "sol".



4. Doblaremos las pestañas y las coseremos al "anillo" con grapas al rededor. Ojo, doblar bien las grapas una vez puestas con ayuda de unos alicates o un martillo.


6. Introduciremos el "anillo", con la malla, en la parte superior de cubo que cortamos el el paso 1.
7. Deberá quedar perfectamente encajada.




Preparación del depósito de lixiviados. Es decir, donde caerán los líquidos que escurran del alimento de las lombrices.

1. Cortar un anillo de unos 5-10 cm que encaje perfectamente a 20-30 cm del cubo de lixiviado. Lo cortaremos del cuarto cubo, a la altura adecuada.
2. Marcar en la tela mosquitera el tamaño del anillo y hacer pestañas a modo de sol. Recortar por las pestañas.



3. Doblar las pestañas y coser al anillo utilizando grapas. Doblar las grapas que sobresalgan.
4. Poner un alambre longitudinalmente dentro del anillo, que sujetaremos con más grapas. Su función es evitar que se combe por el peso del vermicompost.


La función de la tela mosquitera es evitar que tanto las lombrices como el compost caigan al fondo del depósito de lixiviados.

5. Colocar el anillo en el cubo, que deberá quedar perfectamente encajada.


Nota: para sacar el lixiviado podemos hacer agujeros en el fondo y ponerlo sobre un barreño. Así podremos recoger el líquido para usarlo como abono líquido. Otra forma es fabricarnos un grifo e ir sacándolo cuando queramos, pero tendremos que fabricarnos también unas patas y tener en cuenta que el depósito esté levemente inclinado para que salga correctamente por el grifo. Una última opción es no hacer nada y sacar el líquido quitando las bandejas.

Preparación de tapadera.

1. Haremos una serie de agujeros con un taladro.


2. Taparemos la tapa con tela mosquitera que previamente habremos cortado con tijeras.

¡¡Ya está!! Ya podemos echar lombrices en la primera bandeja, alimentarlas con restos de frutas y verduras -y café e infusiones- y a vermicompostar...



Distintas partes del vermicompostador: Cubo de lixiviado, bandejas donde estarán las lombrices, mosquitera para evitar que caigan las lombrices y el vermicompost y tapadera.

Las bandejas se irán colocando sobre el cubo de lixiviados. Deberán encajar perfectamente

La malla de la bandeja deberá quedar pegada o casi pegada a la malla mosquitera.

Resultado final

lunes, 3 de junio de 2013

Huerto de Batán: el compost de la N-V

Cualquier día entre semana a las 8 de la mañana. Los informativos nos cuentan que la N-V en su entrada a Madrid está atascada. Siempre lo mismo. Cualquier viernes a partir de las 3 de la tarde, más de lo mismo, pero en dirección salida. Es una carretera que condiona la vida del barrio. Separa a vecinos de Batán y Lucero; hace ricos por igual a los vendedores de aislamientos en paredes y ventanas y a los de tapones para los oidos. Incluso, hasta el compost que se hace en sus inmediaciones se ve influido: se atasca en su proceso entre las 7 y las 9 de la mañana. Es un proceso que se hace con resignación, con paciencia infinita, como la de los vecinos del barrio con la carretera de Extremadura.



El huerto de Batán seguramente sea el huerto más expansivo de la Red. Tienen sitio de sobra y van colonizando progresivamente. Expansionismo hortícola, un nuevo paradigma en ReHdMad!. Conquista terreno sin prisa pero sin pausa, todo lo contrario que el tráfico de la N-V, que va con prisa pero con demasiadas pausas.

Juanpe es un tío feliz con su barrio y con el huerto del barrio. Nervioso ante nuestra visita, en sus manos se mueve inquieto un listado de 326 preguntas sobre el proceso de compostaje. Las ha escrito concienzudamente durante la noche anterior.

Juana es también una tía feliz. Su pasión por el huerto no puede esconderse, la lleva por bandera. De hecho, a los tres años, la dieron el Premio Extraordinario de la Universidad de Pepperland por ser niña prodigia en interés en los huertos urbanos madrileños.
Felices cual lombrices (en el compost)

Néstor no toca el compost, pero lo observa. Su objetivo es grabar el proceso de descomposición de una lechuga con su cámara digital y su trípode. No pierde ojo de todo lo que se dice. Hoy ha soñado con que se podía bañar en el arroyo Meaques.

Juanpe nos enseña unos jardines cósmicos hechos por Juanpa. Juanpe y Juanpa. Juan-pi es experto en matemáticas, pero no ha podido venir; Juan-po es experto en ríos italianos, pero está en Lombardía, cultivando coles.

Néstor, Juana y Juanpe
y los compostadores
Y hablamos del compost. Dos grandes compostadores de palets, bajo unos ailantos que les dan sombra cuando lo necesitan. El proceso de uno de ellos está muy avanzado, con los materiales muy descompuestos, marrones, con buen olor. Es un proceso que va fluido, como uno de los carriles de la N-V. El otro compostador está atascado, como el otro carril. Hay un exceso de materiales sin trocear y se crea una aireación excesiva, que hace que no pueda avanzar el proceso. Hay que trocear más, mezclar bien y agregar materiales frescos. Es la influencia de la carretera de Extremadura, de la que no pueden escapar. Así es el compost en este barrio.

"Pregunta 147: ¿cuál es el gradiente
de variación interespecífica entre los
organismos presentes en el compost?"
Mientras Juana intenta meterse dentro del compostador para arreglar el atasco, Juanpe dispara una tras otra las preguntas escritas “¿Qué diferencia de peso tendría un kilo de compost en cada una de las lunas de Saturno?”, “Si echamos doscientos kilos de uñas humanas al compostador ¿ cuantos kilos de césped puedo agregar para compensar la falta de humedad?”, “Si una persona no es trigo limpio ¿se la podría compostar?”. Menos mal que somos capaces de contestar todo, ya que lo que no sabemos nos lo inventamos.

Y a expansionimo hortícola, expansionismo compostero. Tienen en proyecto compostar todas las malezas de los alrededores en montones sobre el suelo. Los harán en forma de flecha. Porque en el huerto de Batán han tomado la dirección de hacer un mejor barrio; y se avanza de lo lindo, no como en la N-V. 

Cuando estéis parados en el atasco, estad atentos, porque algo se mueve en Batán.
Compost carril derecho: atascado en el  proceso

Compost carril izquierdo: avanzando de lo lindo. 41º C

lunes, 29 de abril de 2013

Adelfas. Pase lo que pase, compostaje


Talma y Nerea lo tienen bien claro

Bajo las vías del tren en Puente de Vallecas existe un huerto en lo que parece un solar yermo. Nadie en su sano juicio podría imaginar que en semejante tierra pudiera crecer nada, ni la mala hierba. Pero sí. ”¿Que no crece nada aquí? ¡verás tú!”. A cabezudos pocos igualan a los adelfeños y adelfeñas. Hace unos años, varios del barrio quedaron junto a las vías y alguien les retó a que no valían para poner allí un huerto. Kois escupió, removió la tierra con el pie, sacó una pila de botón del suelo, miró al cielo del sureste y sentenció: “Pase lo que pase, el huerto”. Y ahí está. Pasen, pasen...


Kois y los restos de su desayuno
Aquí nadie lleva reloj. El tiempo lo marca el ir y venir de los trenes. “¿Cuándo quedamos el domingo?” “Un rato después de que pase el rápido con destino Chinchilla”. Y puntuales van llegando uno a uno.

Nerea viene junto a Kois. Hace tiempo que Nerea perdió el gusto por desayunar. Para muchas personas la mañanita de un domingo es sinónimo de cafetito, zumo y  churritos. Para Nerea no. Su desayuno ha consistido en calabacín picadito, una zanahoria, cuarto de cebolla y algunas hojas de escarola. Mira con ojos interrogativos a Kois y le pregunta qué pasaría si desayunaran unas tostadas con tomate y ajo. Éste se encoge de hombros y le dice: “Pase lo que pase, compostaje”.

Teresa recién llegada de Sebastopol
Dos compostadores, de palets reciclados. Reforzados con malla gallinera y forrados de plástico. En uno se echó estiércol; en otro se echa lo que se puede y tiene. Teresa ha venido desde Sebastopol, en el nocturno, como hace todos los domingos. Trae restos de verdura. Tiene frío y sueño. Pero sus ojos brillan cuando te dice “Pase lo que pase, compostaje”

Luis remueve
El suelo retumba. Un ruido lejano anuncia que va a pasar el mercancias que viene de Torrejoncillo. Luis sabe que es hora de remover el compost. La tierra tiembla al paso del tren. Todo se menea. Luis abre el compostador y todo se vuelca casi sin ayuda. Buena forma de voltear. El tren ya ha pasado. Pase el que pase, compostaje.

Talma se afana en recoger lo volcado por el tren. Raúl no puede creer lo que está viendo. La que no hace ni caso al compostador del Campo de la Cebada. Patrona convertida en obrera. Reina que se hace plebeya. ¿Y cómo puede ser esta súbita transformación? Talma ¿qué te pasa?: “Pase lo que pase, compostaje”.
Talma trabajando

Manu construye cribas con palets. Ha elegido uno con una malla ni grande ni chica. Sabe cual necesita para cribar con eficacia el compost. Echa dos paladas de compost suelto, marrón oscuro, con olor a tierra de bosque. Una cochinilla se esconde. Lo que se queda en la criba lo devuelve al compostador; lo que pase por ella es todo compost. “¿Todo ello?”. “Sí. Pase lo que pase, es compost”.
Manu toreando con su criba

Francisco se ajusta su gorra, al recordar cuando tuvieron que abonar el solar. Una voz propuso: “Este suelo es muy pobre. Habrá que comprar abono”. “ De eso nada chavales: pase lo que pase, compostaje”.

Por el horizonte sureste una golondrina se aleja. Un pino carrasco es movido por el viento. El expreso de Valdaracete anuncia que es la hora del vermut. 
Las criaturas
Francisco, Teresa y Manu. Los tres están muy bien del riego





miércoles, 24 de abril de 2013

El Campo de la Cebada: un compost mega-pijo


¿Alguien se imagina una piscina sin agua? ¿Y un huerto sin tierra? ¿Un barrio sin pistas deportivas para que jueguen los chavales? ¿Y un compost hecho sobre el cemento? Señores, señoras, en el centro de Madrid hay un lugar donde todo es posible. Y lo que no es posible, se imagina y se hace realidad. No falta esfuerzo, pero se nota que aquí hay mucho más que eso. Les presento al huerto más pijo de la Red, el Campo de la Cebada.


En el solar de lo que un día fue una piscina pública un grupo de voluntariosos vecinos decidió poner en marcha un proyecto comunitario, de uso del espacio público con una clara vocación transformadora. La noticia corrió como la pólvora. Las más altas preclaras mentes pensantes del centro de Madrid se dieron cita allí y se arremangaron las camisas. Corta este palet y te hago unas gradas; con esta caja de fruta te construyo un columpio; con unos palillos y unas chinchetas te monto un escenario.

Y llegaron los del huerto. ¿Y cómo se hace un huerto en cemento? Pues vegan maderas (que no maderos). ¡Y camiones de tierraaaaa! Y cómo molan los bancales. Igual que una conjunción cósmica, en el huerto del Campo se han ido a juntar un equipo de cuidado: Manu McGuiver, Manu Barbas, Merche, Esther, José Luis, Floren, Luiso, Jacobo... Estos sí que son galácticos. El que no te hace un banco, te fabrica una pérgola, te instala la luz, te hace una carretilla, te montan una mesa plegable, te fabrican una estructura estructurada...
Esther amenazó con quitarse los ojos si no había compostador

Maragarita alimentando el compostador de tubo
Pero el problema vino con el compostador. Y es que Talma (la Reina) no quería que el Campo de la Cebada tuviera compostador. Proponía alguien “lo ponemos aquí detrás que queda muy bien” y Talma decía “No, ahí no que no me gusta”; “Pues más allá que no molesta, ni se ve” y Talma volvía al ataque “No, que el color del compost no pega con el color del suelo”. Las pijas son así.

Menos mal que, con nocturnidad y alevosía, se ingenió quizás el compostador más original de todos los huertos urbanos de Madrid. Con una macro-tubería de metro y medio de diametro, se cortó aquí, se agujereó allá y en un plis-plás ya teníamos compostador.

Ummm, jamón ibérico
Las cosas iban despacio, pero los problemas aparecieron rápido. Alguien pensó que para nutrir bien el compost era mejor echar alimentos de calidad que no peladuras guarras de verduras. Pues toma cuarto y mitad de jamón serrano (verídico). Y hay más: “Raúuuuuul, alguien ha echado un pollo”, “No pasa nada por escupir, es un extra de bacterias al proceso”, “Que noooooo, ¡que han echado una pechuga de pollo con huesos y todo!”. Como véis, a huerto pijo, suministros pijos.

Desde entonces Margarita es la suministradora oficial de materiales. Sólo trae lo mejor de lo mejor. Que talan un árbol, se lo trae desde su barrio; que están desbrozando en el Parque de Las Naciones, se trae un saco de recortes en el metro; que siegan el cesped de La Moncloa, allí está ella para traerse un bolsón. Así es ella.
Y ManuMc y su compostador alta gama

Alguien sugirió que había otros huertos con compostadores mejores que el nuestro “¿queeeeeeeeeeeeé?”. Fue visto y no visto. ManuMcGuiver sacó de su bolsillo el destornillador mecánico, agarró unos palets, Merche y Esther cortaron aquí y allí, Nuria y Bea les daban ánimos mientras se tomaban una cerve... y ta-ta-chán: modelo alta gama de compostador de palets, con doble espacio de metro cúbico, cubierta de metacrilato y aire acondicionado. Toma castaña.

Pero lo mejor de todo es el control de calidad. Cuando ya todos han currado de lo lindo, llega Raúl, saca su termómetro (digital, ¿eh?), mide aquí y allá, mete el dedo, lo mira al trasluz, lo chupa, saborea, gesticula y da su veredicto: “un compost excelente, cosecha 2013, color marrón castaña pilonga, con brillos atornasolados; afrutado, redondo en el paladar, con matices a cereza, musgo, frutos del bosque y canela”. No, si a pijos no nos ga
Floren feliz como una lombriz
na nadie.

Raúl después del control de calidad
Manu, Bea, La Mujer Barbuda y La Reina del Campo





jueves, 18 de abril de 2013

Aliseda 18: Working Class Compost

(Aviso: este texto responde a una creación literaria del autor de estas líneas. Para nada puede desprenderse que Aliseda 18 tenga un credo o ideología determinado)

Un fantasma se cierne sobre Madrid: el fantasma de los huertos urbanos. Es un hecho constatable, patente, imparable y que se contagia aquí y allí entre todas las barriadas. Si no me creéis, asomaros a Pan Bendito, barriada con carácter propio dentro de Carabanchel.
Huerto carabanchelero, compost obrero

Pisas Carabanchel y algo en su gente, en sus calles, en su sonido, en su cielo, te hacen saber que estás delante de uno de los barrios obreros con más solera de Madrid. Aquí nada se ha dado gratis a nadie. Todo ha sido ganado con tesón, lucha, sufrimiento y cabezonería vecinal. En el huerto de Aliseda 18 ocurre lo mismo. Las cosas no son fáciles, pero son posibles. Y ellos lo demuestran día a día.

Infraestructura: lo principal en la transformación
Hacer huerto en esa tierra es complicado. Igual que hacer compost en la solanera. Pero ahí están las manos trabajadoras de Alisedanos-dieciochescos y Alisedanas-dieciochescas. Manos que convierten el trabajo en rincones de libertad y comunidad. Aquí ni patrón ni amo ni señor, la tierra es de quien la trabaja.

Y de trabajar sabe bien Sonia. Ni lluvia, ni frío, ni calor. Ella es tenaz con el compost.

Sonia es del turno de mañana. Los hay también que tienen turno de tarde. Aunque la división del trabajo pone una barrera, en Aliseda 18 se las saben apañar para mantenerse unidos en la lucha. La web está al servicio de la clase obrera, de las personas.

Saben que lo importante es la infraestructura frente a la superestructura. Y para infraestructura la de su compostador almacén de ramas, podas y hojas secas. Muchos kilos de materiales se han depositado ahí. Y si lo pequeño es hermoso -y más si seguimos hablando de infraestructura- tenemos tres compostadores de palets, independientes, pero unidos en la misma lucha.


Sonia favoreciendo las condiciones objetivas para la transformación

Sonia no para de trabajar. No hay momento para distracciones. Esto del compostaje es una cosa seria. Sonia sonríe porque sabe que en los compostadores se dan las condiciones objetivas de transformación de la realidad. Y si es así el proceso de compostaje es imparable, como la revolución, como los huertos urbanos madrileños.

Compostadores obreros en un barrio obrero. Quizás esta gente está haciendo el mejor compost de Carabanchel. Con tesón, dignidad, compañerismo y trabajo. Ahí es nada.

RUC